Si. Aunque tarde, llego el momento de hacer balance. Y este año, he crecido como poco, diecisiete. De todas las cosas que vinieron conmigo guardo un Enero nuevo con el que como en el viejo refrán recogí tempestades, un verano definitivo en un Londres–Eastbourne que además de grandes personas me aporto un pedacito de la ansiada autoconfianza y como no, mi pequeña ciudad entre poesía en la que una vez más comprobé que las cosas están vivas o muertas dependiendo de nosotros. Guardo el comienzo de Septiembre con su gran proyecto y el fin de diciembre con la resaca de año nuevo.
Supongo
que en la monotonía de estos años, solo se avanza por pequeños pasos pero desde
luego que se llega a un gran resultado. Y como resultado llega una forma de
pensar y amar, no solo con palabras.
Llegan las discusiones porque la niña se hace mayor y encima, es niña. Llegan también
valores; que amigo es más que fiestas y familia es más que la comida del
domingo. Pero sobretodo, llega la gran lección, y es que la vida es como un tiburón,
pero el peor monstruo esta en nosotros y todavía queda mucho para saber
amansarle, mucho por lo que luchar e infinitos sueños que cumplir.
FUERZA CON EL 2012
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