Quizá te creías el mejor, y un día no venciste, fue fácil recibir palos
y excusas, fue difícil encontrar el porqué. Bastan unas décimas de segundo para
que cambie el rumbo, pero que si otra cosa hubiese ocurrido, nada sería lo
mismo. A veces nos equivocamos, pocas lo reconocemos, por eso a mí me gusta
pensar, rayarme, y fallar, porque sí, que de los errores se aprende y sumar dos
derrotas, es un triunfo. Porque cuanto más lejos está la luz, somos más libres,
y solo llenando nuestra libertad de heridas, jugamos a lo que queremos. Una
vida llena de abrazos, risas y besos. Una vida llena de hostias, caídas y
trampas. Al final de todo está la luz, y vuelves a ganar, porque nunca dejaste
de hacerlo, porque ante todo, sea como sea el abismo, nunca tienes que tener
vértigo. Porque al final del abismo están las dos, la verdad y la mentira, un
camaleón que finge el color de la verdad. La verdad es para mí y la mentira
para los demás, porque el día que juego mal solo yo se porqué, los demás
siempre hablan, son necesarios pero el valiente, el que salta a un árbol en
llamas, ese eres tú. Lo importante de todo es el salto, el porqué y el para
qué, si llegas o no, será importante para ellos. Al saltar tu eres feliz, eres
el valiente, ya has ganado, como siempre. NO HAS CAÍDO.
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