Como a este orgullo siempre le paso lo mismo que nació
para reducirse a palabras en una carpeta de ordenador
Y yo, yo escribo para mí, por y para todas mis partes.
Y esta es una de ellas.
Casi, sin exagerar, la más vital. Y pasa, que
cuando lees para gente aun más importante, te tiembla la voz, tanto como el
primer día que susurraste ese te quiero extraño.
80 ABRILES DE
QUIEN ES SIEMPRE PRIMAVERA
Sabes abuela, no está de moda querer demasiado a las
abuelas, y me gusta seguirlas, pero esta me es imposible. Y todo el mundo que
me conoce te conoce un poco a ti, conoce que te quito los collares, las
pulseras, el maquillaje y los pañuelos. Sabe que no hay semana que no te vaya a
ver, que te adoro a ti, a tu brasero y nuestro café. Que de pequeña
me preguntaban y era a las que más quería, mi heroína particular, como quien
quería ser. Porque nunca lloraba, nunca le dolía nada como a las demás abuelas
y encima, siempre tenía los labios pintados. Luego me di cuenta, que eso podía
cambiar, pero que era lo que soy por todo esto. Por las veces que me habías
gritado que lo hacías por mi bien, que no tenía que comer mas y sobretodo,
tenía que hacer las cosas más deprisa, “había que espabilar”.
Felices 80 años, 80 maneras de sentirse viva cada día.
Abuela, y no una abuela cualquiera, como todas, no. Con las arrugas que la risa
ha hecho en tu cara, con todas las cicatrices por las lágrimas de más, de
andares torcidos como sello de la familia y fortaleza absorta encada paso un
tanto desviado. Fortaleza, ay que palabra y que manera de
representar 80 años, que en definitiva son 80 formas de hacer feliz.
Y no sé, si hoy va, de felicidades o de acción de
gracias. Felicidades por ser la pieza clave en una familia de
ausencias, de sonrisas. Felicidades por tres hermanas, el mejor
marido, cuatro hijos y tres nietos. Y gracias. Gracias por
las puertas abiertas y el brasero caliente. Gracias por cada guiso y no por el
plato de comida, si no la dedicación y la palabra que lo acompaña, que
seguramente sea un gruñido, pero el mejor gruñido, con tanto cariño
como propósito de enmienda. Gracias por ser la persona que más veces nos ha
regañado, la que mejor nos ha atendido y los tequieros más
bonitos me ha gritado. Gracias abuela por enseñarnos que ser valiente no es una
cuestión de suerte. Por hacernos ver el lado positivo, un hilo del que tirar y
un motivo por el que dar gracias.
MUCHAS FELICIDADES.