No era
el chico de las poesías, ni Chuck Bass, tampoco era Noah. Pero escribía cosas
bonitas, su pajarita con estampado de cachemir me cautivó, y buscó la
perfección para escribir en un diario cercano al mar. Una camisa azul con
toques de verano, el sol como las ganas de besarle habían quemado mi piel, un
vestido negro, dos discotecas, tres escusas y la mejor convicción.
Pero ya
sabes lo que dicen de los huracanes, pasan, arrasan y se van. Y yo no quiero
pensar en una canción que no fue, no quiero ver un tweet marcado como favorito,
ni mucho menos quiero pensar en ese verano que deseamos y que en Madrid, aunque
me pese, por todo, sabe un poco a mierda y reproches. Tampoco quiero pensar en
opciones, ni ilusiones. Una explicación debida, un adiós y buena suerte en un
camino paralelo. Un busca, pierde y vuelve a buscar que se quedó en eso, lo que pudo y no fue. Cuatro besos de
madrugada para cuatro meses de palabras quien sabe si forzadas.
Importante
quizás, error seguro. Au revoir MON amour