martes, 3 de julio de 2012

MADRID, OLOR A MAR INEXISTENTE


Aquí estamos. Así seguimos. Con un pie en la universidad, entre papeles, viendo el  verano pasar. Ese verano, el de nuestras vidas.

GANDÍA queda lejos. Se va llena de momentos, con moreno en la piel y arena en la memoria.  De noches de fiesta y tacones, de baños al amanecer desnudos, un beso de buenas noches por la mañana y un buenos días al mediodía. El puerto y todo lo que allí dijimos, los bailes encima de la cama, las quemaduras no solo del sol, éramos cinco un huracán con ganas de volar, de crecer, cinco que no dejan de ser niñas. Y es que por muchas razones, opciones y desilusiones encajonadas en un bolso de paja los grandes días de Gandía nos calaron hondo. MUY HONDO.

Lo de la ciudad de siempre es distinto, una sorpresa en cada viaje. Y ahora, con tonos distintos se aleja en una Sanjuanera. Redescubrir las diferentes formas en las que SORIA te hace subir a Soñar en una noche bajo las estrellas, un beso de San Juan, una sudadera azul. La vuelta a casa con el amanecer, los recuerdos enlatados en un caballito de azúcar…  Si esas cosas, todas esas cosas que la hacen la Gloria de España, como decía una vieja canción de verbena.


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       Hablo de viajes, de ciudades con sentido.Pero los besos se me quedan grandes y más si son en Madrid y a estas horas, que no son para querer a nadie. 


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