Habíamos elegido vivir entre baldosas, tacones y botellas de vodka. Nos
comíamos en cada noche un bocadito del mundo, guardábamos recuerdos, soñábamos
tenerlos. Éramos completamente felices con una carcajada, una cámara, un
armario compartido o cualquiera de las adivinanzas que nos ofrecía el futuro. Habíamos
guardado en nuestra memoria humo y risas, resacas por despertar, y historias
para no olvidar. Habíamos sido testigo de cada secreto y confidencia. Decidimos no tomarnos la
vida en serio, para tomárnosla en un vaso de mojito. Hablábamos de historias
de colchones en el salón de madrugada, de inviernos tristes, y canciones aún
mas, de copas sin hielo y comida rápida, de amigos que vienen, se dejan y se
van. Decidíamos
muchas cosas sobre la luna y sus deudas, sobre los nuevos amaneceres y las
noches en aquella ciudad.
Decidimos pasar más de un momento juntas. Decidimos ser amigas.
Decidimos pasar más de un momento juntas. Decidimos ser amigas.
LA QUIERO A MORIR.
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